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Cuando el 20 de noviembre de 1910 quedó agotada la posibilidad de un cambio en el país por la vía pacífica, muchos sonorenses, hombres y mujeres, se unieron al Plan de San Luis encabezado por Francisco I. Madero, resaltó Aarón Grageda Bustamante.

Durante la conmemoración del 111º aniversario de la Revolución Mexicana, encabezada por el gobernador Alfonso Durazo, el secretario de Educación y Cultura agradeció al mandatario de no dejar pasar esta importante fecha sin conmemoración, ya que recuperar los valores cívicos y patrióticos es un gran acierto. 

“Nunca ha sido más importante que hoy fortalecer los lazos en torno a lo que nos une, la herencia inmaterial que representa la historia, los valores patrios y el civismo”, puntualizó.

En el evento, se rindió homenaje especialmente a niños, niñas y docentes que se sumaron a la tercera transformación social más profunda que ha vivido México.

“Deseamos reconocer a quienes desde el aula y las escuelas se sumaron también a esta importante lucha, gente sencilla, del pueblo, maestros y maestras que dejaron el gis y tomaron el fusil. Hubo docentes en Sonora que se hallaron en la línea de combate, otro fueron oradores, consejeros y asesores de los jefes rebeldes”, manifestó.

Grageda Bustamante recordó a Alonso González, profesor de primaria en Nuri, una comunidad de Álamos, que escribía cartas personales a Madero y lo ponía al tanto de su aceptación en Sonora.

Además, añadió, sirvió en la Revolución prestando servicios como mecánico, arreglando armas, errando caballos y otros trabajos dignos de un revolucionario.

También mencionó a Eduardo García, quien fuera maestro en Hermosillo y se sumó al ejército carrancista con el grado de coronel y fue hombre de confianza del general Plutarco Elías Calles.

Asimismo, el titular de la SEC resaltó la participación de las niñas y niños, quienes no fueron ajenos al movimiento armado, pues cientos de ellos se vieron envueltos en la lucha, algunos con sus familias y se les veía en los trenes y entre las tropas.

“Otros se sumaron porque eran huérfanos o se hallaban en situación de calle; muchos niños y niñas acompañaron a sus maestros y desempeñaron funciones como tambores, cornetas, escoltas, espías o exploradores”, manifestó. 

El funcionario estatal refirió que Juan de Dios Bojórquez, un revolucionario sonorense, anotó que las y los niños daban ciertos aires de diversión a la tragedia de la guerra, pues hacían de los campos de combate espacios de juego, algarabía y travesuras infantiles.

“No median el miedo y eran los primeros que avanzaban en los enfrentamientos, aquellos ‘polluelos’, decía Juan de Dios Bojórquez, parecían espantapájaros, su grotesca vestimenta era tal que calzaban botas y uniformes de campaña muy por encima de sus tallas”, abundó.

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